Cómo reducir el polvo en casa y respirar mejor

Autor: Elena Vargas
15 de octubre de 2025

El polvo doméstico es mucho más que una simple molestia estética. Cada mota que se posa sobre los muebles contiene una mezcla microscópica de fibras textiles, restos de piel humana, polen, esporas de moho y partículas que vienen del exterior. Y, según los alergólogos, vivir rodeado de polvo puede afectar de manera silenciosa a la salud respiratoria, incluso en personas sin alergias diagnosticadas.

En España, donde más del 20 % de la población sufre algún tipo de alergia respiratoria, según la Sociedad Española de Alergología (SEAIC), mantener la casa libre de polvo se ha convertido en una cuestión de bienestar cotidiano. Los hogares urbanos concentran una carga mayor: menos ventilación natural, más tráfico exterior y un uso creciente de calefacción o aire acondicionado que recircula el aire interior.

Un enemigo invisible que se acumula sin pausa

“El polvo no se crea ni se destruye: se acumula”, resume con ironía el neumólogo Javier Subiza. Las partículas finas se depositan en cortinas, alfombras, cojines y colchones, donde encuentran el ambiente perfecto para los ácaros. Estos diminutos arácnidos —inofensivos a simple vista— liberan proteínas que, al inhalarse, provocan irritación nasal, picor de ojos o tos persistente.

La Fundación Asma Madrid calcula que una habitación sin limpieza profunda durante una semana puede contener hasta 100 000 ácaros por metro cuadrado de tejido. Y aunque la cifra suene exagerada, basta con que la temperatura supere los 20 °C y la humedad se mantenga por encima del 50 % para que proliferen.

Ventilar, pero con cabeza

Ventilar sigue siendo la medida más sencilla y eficaz para renovar el aire. Pero hacerlo bien requiere algo de estrategia. Los expertos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo recomiendan abrir las ventanas unos 10 minutos al día, preferiblemente temprano por la mañana o al anochecer, cuando el tráfico es menor y el aire contiene menos contaminantes.

En ciudades grandes como Madrid o Barcelona, abrir durante las horas de máxima circulación puede introducir más polvo del que se expulsa. En viviendas situadas cerca de avenidas o obras, los purificadores con filtros HEPA ayudan a retener hasta el 99,9 % de las partículas finas PM2.5.

Textiles, muebles y hábitos

Reducir el polvo no consiste solo en pasar la escoba: las telas son su refugio principal. Lavar las sábanas y fundas de almohada a 60 °C cada semana elimina la mayor parte de los ácaros. Las alfombras gruesas, aunque decorativas, son auténticos imanes de polvo; sustituirlas por versiones lavables o limitar su uso puede marcar la diferencia.

El mobiliario también juega un papel inesperado. Los muebles con superficies lisas acumulan menos polvo que los de madera porosa o con molduras. Y el clásico plumero, lejos de limpiar, solo redistribuye las partículas: los especialistas recomiendan paños de microfibra húmedos que atrapan el polvo sin levantarlo.

La tecnología como aliada

La limpieza tradicional se puede complementar con tecnología asequible. Los aspiradores con filtro HEPA o los robots automáticos con sensores de partículas reducen la concentración de polvo en el suelo y bajo los muebles. En habitaciones donde se trabaja o duerme muchas horas, un purificador con filtro de carbón activo mejora la calidad del aire y reduce olores.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los modelos más eficientes pueden disminuir en un 30 % la cantidad de partículas suspendidas tras dos horas de funcionamiento continuo. Eso se traduce en menos irritación respiratoria y un ambiente más fresco.

Pequeños cambios, gran respiro

A veces no se trata de gastar más, sino de cambiar rutinas: quitarse los zapatos al entrar en casa, evitar fumar en interiores, mantener las mascotas cepilladas y no acumular objetos innecesarios que atrapan polvo. Un hogar más despejado es también un hogar más sano.

El polvo no desaparecerá nunca del todo, pero sí puede ponerse bajo control. En un país donde cada primavera el aire se llena de polen y las ciudades concentran partículas de tráfico, respirar mejor empieza por casa. Y, aunque suene doméstico, reducir el polvo es también una forma de cuidar la salud pública: menos alergias, menos medicación y más descanso.

Fuentes consultadas

  • Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) — Informe sobre alergias respiratorias en España (2024).

  • Fundación Asma Madrid — Guía práctica para controlar los ácaros del polvo (2023). fundacionasmamadrid.org

  • Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) — Ventilación y calidad del aire en interiores(2024). insst.es

  • Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) — Eficiencia de purificadores domésticos con filtro HEPA(2024). ocu.org

  • “La contaminación del aire interior, el enemigo silencioso del hogar”, El País Salud (2025). elpais.com

  • “Cómo limpiar el polvo sin levantarlo”, El Mundo Ciencia (2024). elmundo.es